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jueves, noviembre 21, 2024

Miguel Urbán Crespo, eurodiputado: “Las experiencias de lucha en comunidad construyen esperanza”

La Línea de FuegoPor Jorge Basilago*

El día apenas comienza, pero el bullicio callejero atraviesa los amplios ventanales de la Casa de la Cultura Ecuatoriana como si Quito no hubiese dormido. A tono con la ciudad, Miguel Urbán Crespo llega raudo luego de una entrevista y, tras media hora de charla, vuelve a partir a la carrera. No cede al agotamiento, aunque su rostro y su tono de voz lo traslucen: “Cuando se organiza la agenda de este tipo de visitas, uno se olvida del tiempo para descansar”, dice, entre divertido y resignado.

Urbán tiene 43 años y está próximo a concluir su segundo y último período como diputado del Grupo de la Izquierda en el Parlamento Europeo (GUE-NGL). Es militante y referente del partido de izquierda Anticapitalistas y uno de los fundadores de la coalición Podemos, de la cual su sector se apartó en 2017. Madrileño, “hijo de extremeña y vasco”, enfatiza que en todas partes hay sures empobrecidos enfrentados a nortes empobrecedores; prácticas extractivas y neocoloniales a las que considera imprescindible denunciar y oponerse.

Esas convicciones lo trajeron al Ecuador, hace pocos días, para conocer mejor el trabajo conjunto del Frente Nacional Antiminero (FNA) y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Visitó comunidades rurales y urbanas, escuchó a sus habitantes, dialogó con trabajadores, aprendió de sus formas de organización ante el extractivismo y sobre todo esto –y algo más– conversó con La Línea de Fuego:  “No me gusta hablar de solidaridad, sino de apoyo mutuo: tenemos enemigos comunes, problemas comunes y hay que construir luchas comunes”, subrayó.

De viajes y agendas compartidas

A lo largo de su trayectoria, Miguel Urbán se ocupó de tejer lazos internacionales con distintos movimientos sociales y políticos latinoamericanos y africanos. En años recientes, incluso, visitó nuestra región en varias oportunidades: estuvo en Chile para condenar la represión durante las protestas masivas de 2019; pasó por Perú a mediados de este año y, durante el mes de noviembre, llegó por primera vez a Ecuador.

La Línea de Fuego: Si bien es un hecho coherente con su activismo político y social, ¿cuáles son las razones de su viaje al Ecuador en este momento puntual?

Miguel Urbán Crespo: Esta visita se entiende desde un encuentro previo con Leonidas Iza en Europa, cuando nosotros ayudamos en la estructuración de su agenda tanto en Bruselas como en España y otros sitios. De ahí surgió el compromiso de venir, porque al contactarnos vimos que tenemos una agenda común en muchas lógicas antiextractivistas.

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Miguel Urbán Crespo y Leonidas Iza (ambos en el centro de la imagen), durante una mesa de trabajo realizada en la sede de la Conaie. (Foto: Facebook Conaie)

A nosotros nos preocupa mucho la disputa del capitalismo verde, del neocolonialismo verde que realiza la Unión Europea (UE). Y la fiebre extractivista que eso genera en un marco de crisis ecológica mundial, de conflicto interimperialista y de una Europa que busca autonomía estratégica pero importa –de América Latina y de África, sobre todo– el 85 por ciento de las materias primas que consume. Y lo hace con una agresividad comercial muy fuerte, con la modernización de los acuerdos con Chile, con México, con el intento de finalizar la firma con el Mercosur…

“Las victorias son contagiosas y nosotros necesitamos que se contagien. El impacto que tienen las luchas de América Latina en Europa, pero especialmente en España, es muy grande”.

Miguel Urbán Crespo – Diputado ante el Parlamento Europeo

Eso ha hecho que, en los últimos cinco años, hayamos desarrollado una agenda fuerte en América Latina y África, no sólo acompañando sus procesos de lucha. También con una mirada en nuestro continente: no es sólo una cuestión solidaria sino de apoyo mutuo. Las victorias son contagiosas y nosotros necesitamos que se contagien. El impacto que tienen las luchas de América Latina en Europa, pero especialmente en España, es muy grande. Esta lógica del FNA, por ejemplo, nosotros también la estamos trabajando en el Estado español y en un Frente Antiminero de la Península Ibérica, con Portugal.

LDF: ¿Qué presencia tienen los proyectos extractivos en esa región?

Urbán: Sobre todo en el eje norte-sur de la frontera con Portugal, hay una cantidad increíble de procesos extractivistas mineros. Sólo en la región de Extremadura hay 300 concesiones mineras nuevas. Por ejemplo, a un kilómetro y medio del centro de Cáceres, que es la ciudad natal de mi madre, se ha encontrado el mayor yacimiento de litio de Europa. Allí quieren construir la mayor mina a cielo abierto de España, destruyendo la montaña que, además, es muy importante para la cuestión cultural cacereña, porque está la Virgen de la Montaña y hay muchas mujeres que se llaman “Montaña” justamente por eso. Muchas veces se cree que sólo en Ecuador o en Perú hay procesos mineros. No: en el norte también hay sures.

LDF: Y, a menudo, coinciden con el sur global en las amenazas y desafíos que afrontan…

Urbán: Claro. También toda Europa del Este tiene una fuerte presión extractivista, centro-periferia, dentro de la UE. Y nosotros entendemos que oponernos a esos procesos extractivistas, también en la Península Ibérica, tiene conexión con lo que está pasando aquí, en América Latina. Con contextos diferentes, como es evidente.

Además, a nosotros nos gusta hablar de neoextractivismo. Otra lógica poco conocida y que conecta muy bien con ese capitalismo verde del que hablaba antes, es la que tiene relación con las energías renovables. Llevamos veinte años pidiéndolas: claro, se nos olvidó hablar de propiedad, de descentralización, de justicia, de autoconsumo y, por eso, lo que estamos viendo ahora son megaproyectos de cientos de hectáreas, que devastan y destrozan terrenos cultivables en el sur para llevarse toda esa energía ni siquiera a otras ciudades en España sino directamente, de una forma extractivista brutal, a Centroeuropa.

Entonces, tenemos elementos extractivistas comunes y por eso creemos que es tan importante tejer lazos internacionales, de apoyo mutuo, con los procesos que se están dando en Ecuador. Pero no sólo aquí. Por eso, cuando compartimos esa agenda con Leonidas (Iza) en Europa, decidimos que para continuar esta relación lo mejor era venir, conocer, aprender de estas luchas y resistencias… y aquí estamos.

“Llevamos veinte años pidiendo energías renovables: claro, se nos olvidó hablar de propiedad, de descentralización, de justicia, de autoconsumo y, por eso, lo que estamos viendo ahora son megaproyectos de cientos de hectáreas, que devastan y destrozan terrenos cultivables”.

Miguel Urbán Crespo – Diputado ante el Parlamento Europeo

Del territorio a la internacionalización

En apenas cuatro días y cuatro provincias pueden caber múltiples formas de vinculación y defensa territorial contra el extractivismo. De Imbabura a Napo, pasando por Pichincha y Cotopaxi, el parlamentario europeo conoció comunidades indígenas que se autoorganizan, resisten y proponen alternativas, con la cultura y la tierra por delante de cualquier otra noción. Perspectivas singulares capaces de encender muchas otras, en todas partes del mundo.

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Miguel Urbán Crespo (segundo desde la derecha), junto con integrantes de la comunidad de Buenos Aires, en Imbabura. (Foto: Facebook Lanceros Digitales)
LDF: En diferentes testimonios públicos, usted destacó la “relación orgánica” de las poblaciones indígenas ecuatorianas con sus territorios. ¿Qué se puede aprender de ello? ¿Hay fenómenos semejantes en Europa?

Urbán: Donde existe ese apego, normalmente hay sociedades más densas, más organizadas y mucho más resilientes y resistentes en los procesos. Si vamos a la Península Ibérica… Antes hablábamos de Extremadura, de mi madre; ahora hablemos de mi padre, de Euskal Herria, del País Vasco y de Navarra. La vinculación que tienen las y los vascos con su territorio y cómo eso los ha hecho una sociedad mucho más estructurada, resistente incluso en la cuestión de organización social, sindical y demás. Hace poco se publicó el dato de los días de huelga de 2022: el 65 por ciento de los días de huelga en todo el conjunto del Estado Español, habían sido sólo en el País Vasco. Es 1.5 millón de habitantes sobre el total nacional de 44 millones, para que veamos un poco la dimensión. Es la densidad sindical y de conflictividad más importante de Europa en los últimos diez años. Y es donde tú puedes encontrar, además, un apego y una conexión histórica muy fuertes con el territorio. Poca gente sabe, por ejemplo, que los apellidos vascos siempre significan algo vinculado a la naturaleza.

“Donde existe apego al territorio, normalmente hay sociedades más densas, más organizadas y mucho más resilientes y resistentes en los procesos”.

Miguel Urbán Crespo – Diputado ante el Parlamento Europeo

Cuando vemos en Andalucía procesos de resistencia al extractivismo verde de los megaproyectos solares o eólicos, suelen darse en comunidades campesinas que se niegan a dejar lo que ha sido su tierra y lo que quieren que siga siendo la tierra de sus hijos, de sus futuras generaciones. Es muy interesante esa relación orgánica para entender los procesos de resistencia y de lucha. Que, de lo contrario, muchas veces no se entenderían. Y es muy difícil entenderlos desde las ciudades, eso se ve también en América Latina: los procesos de lucha en Lima, Perú, respecto de los que se dan en las periferias, no tienen nada que ver.

LDF: Hace un momento habló de generar corrientes de “apoyo mutuo” a nivel internacional, ¿cuál podría ser el aporte desde Europa en ese intercambio?

Urbán: Creo que los europeos tenemos que ser más modestos de lo que normalmente somos y entender que toca, en este caso, aprender antes que dar lecciones. Por eso digo que es interesante hacer un proceso decolonial en nuestras mentes “blancas y civilizadas”, para entender que no somos el ombligo del mundo. Y entender que nosotros somos parte del problema de lo que pasa en el Ecuador, pero que también podemos ser parte de la solución. Ahí está la cuestión de los lazos internacionalistas, del apoyo mutuo, para ser también la solución para nuestros problemas. Por eso no me gusta hablar de solidaridad –que también tiene algo de colonial– sino de construir luchas comunes. Esa es para mí la lógica fundamental: tomar ejemplos de lo que hemos visto aquí, para poder trasladarlo allí y golpear a las multinacionales en Ecuador y en España, porque al final esas no tienen patria, sólo entienden del bolsillo.

Muchas veces, se ven los acuerdos comerciales de forma que toda Europa gana en una relación asimétrica neocolonial con América Latina. No: ganan las élites europeas. Y ganan las élites latinoamericanas. Por eso, acabar con ese tipo de acuerdo comercial, puede hacer que sean los pueblos de Europa y de América Latina los que ganen. El ejemplo del acuerdo UE-Mercosur es muy importante. Se habla de “soya y vacas por carros”: claro, ganan los grandes latifundistas y las empresas del automóvil. Pero el informe de la Comisión Europea y de la Federación de Sindicatos Europeos habla de que, en los dos primeros años, Europa perdería al menos un millón de empleos; y la destrucción de pequeñas producciones agroecológicas, en el Mercosur, sería devastadora. Con lo cual, enfrentándonos a ese acuerdo no es que decimos “pobrecitos los latinoamericanos, que les vamos a engañar vendiéndoles espejos de colores”. No, es que los espejos nos los están vendiendo a nosotros también (risas). Lo que yo quiero es romper esos espejos.

De derechas, izquierdas y esperanzas

Autor de una decena de libros, Miguel Urbán es un inquieto buceador de las corrientes políticas contemporáneas. Entre otras variables, le ha seguido la pista al surgimiento de las nuevas derechas globales y al papel que pueden cumplir las izquierdas en el juego de contrapesos que define los (des)equilibrios del poder. América Latina no resulta inmune a ese fenómeno, pero nuestro entrevistado encuentra argumentos para mantener el optimismo.

LDF: ¿Qué análisis puede hacer sobre el rol de Vox, el partido español de ultraderecha, como referente de las nuevas derechas latinoamericanas?

Urbán: Ahí hay varias cosas. Primero, la influencia de Vox sobre este continente, a través de la Carta y la Cumbre de Madrid, demuestra cómo la mentalidad colonial sigue tan arraigada en América Latina. Vox no deja de ser un partido con un 14 por ciento de los votos que no ha tocado poder en España. Pero, en cambio, genera una fascinación entre partidos y gobiernos de la extrema derecha latinoamericana. Verónica Abad, la actual vicepresidenta de Ecuador, viajó a España para reunirse con Santiago Abascal, cuando tendría que venir Abascal a pedir audiencia con ella. La derecha y la extrema derecha latinoamericanas siguen tan inmersas en esa lógica colonial, que miran a España como faro político. (José Antonio) Kast, lo primero que hizo fue viajar a España para reunirse con Vox. (Javier) Milei es firmante de la Carta de Madrid. Además, Vox, en su lógica colonial hacia América Latina, habla de una iberosfera, se ha inventado un concepto propio (risas). Y utiliza a la extrema derecha latinoamericana como una forma de pesar en los debates de la extrema derecha europea: “Yo represento a 500 millones de personas, ¿qué me vas a decir tú, francés, que sois apenas 60 millones?” (risas). Eso es lo que intentan hacer.

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Santiago Abascal, líder del partido ultraderechista español Vox, junto a la vicepresidenta ecuatoriana Verónica Abad, durante su reciente encuentro en Madrid. (Foto: Cuenta de X de Santiago Abascal)

“La derecha y la extrema derecha latinoamericanas siguen tan inmersas en la lógica colonial, que miran a España como faro político. Verónica Abad, la actual vicepresidenta de Ecuador, viajó a España para reunirse con Santiago Abascal, cuando tendría que venir Abascal a pedir audiencia con ella”.

Miguel Urbán Crespo – Diputado ante el Parlamento Europeo

Para mí sigue siendo incomprensible pero creo que demuestra, como decía antes, que las élites latinoamericanas mantienen una mirada profundamente colonial y racista. Salvo el caso venezolano, en su momento, con (Hugo) Chávez, siempre se da una especie de “empate catastrófico” entre unas élites que no han conseguido aplicar su agenda neoliberal y unas clases populares que tampoco consiguieron romper totalmente con ese envite, darle la vuelta y hacer un proceso nuevo. Desde los 2000 hasta ahora no hubo restos para ir más allá de las limitaciones del ciclo progresista anterior y de un nuevo ciclo progresista que tiene aún más limitaciones.

En esa línea, creo que las élites latinoamericanas han comprendido el proceso de reaccionarismo autoritario que se da a nivel internacional. Si vemos el modelo argentino, chileno, todas las dictaduras de la segunda mitad del siglo XX, necesitaron de un régimen cada vez más autoritario para aplicar sus medidas de ajuste estructural. Esto es muy claro también en la dictadura brasileña y las centroamericanas. No vamos, a lo mejor, hacia una lógica de neodictaduras, pero sí a un neoautoritarismo reaccionario muy importante. Que además ha conseguido, vinculándose a las iglesias pentecostales y neopentecostales, una cierta audiencia popular para esos procesos.

Por eso yo no hablaría sólo de autoritarismo, sino también de una lógica reaccionaria muy fuerte ante el avance del movimiento feminista, del movimiento por los derechos indígenas y de todo lo que signifique derechos. Se está viendo en Europa y lo estamos viviendo en América, porque yo incluiría ahí, evidentemente, a los Estados Unidos con el fenómeno (Donald) Trump y además a la nueva derecha cristiana, el Tea Party… De hecho yo publicaré, en enero, un libro titulado “Trumpismos”, sobre esas dinámicas de la extrema derecha a nivel internacional.

LDF: ¿Cómo diría que se inició y se ha configurado esta nueva deriva reaccionaria global?

Urbán: Si le tuviéramos que buscar un origen yo hablaría de la crisis de 2008, que llega de forma retardada a América Latina, luego del fin de las commodities y la crisis China. En Estados Unidos, la respuesta a eso es el Tea Party. En Europa vemos el ascenso de las fuerzas de extrema derecha en los gobiernos de (Viktor) Orban en Hungría, del partido Ley y Justicia en Polonia y los gobiernos de (Matteo) Salvini y de (Giorgia) Meloni en Italia. Esa ola reaccionaria, autoritaria, la vemos de una forma clara también en América Latina: aunque llega unos años más tarde, es producto de esa misma crisis del neoliberalismo.

“En la crisis del neoliberalismo, la respuesta ha sido aumentar la velocidad y la voracidad; o sea, ir hacia un “turboneoliberalismo”. Por eso también creo que es tan importante conectar el auge de estas fuerzas reaccionarias y autoritarias con la crisis ecológica”.

Miguel Urbán Crespo – Diputado ante el Parlamento Europeo

Muchas veces, la gente entiende que la crisis de un modelo se puede salvar con anteponerle otro. En este caso no es así. En la crisis del neoliberalismo, la respuesta ha sido aumentar la velocidad y la voracidad; o sea, ir hacia un “turboneoliberalismo”. Por eso también creo que es tan importante conectar el auge de estas fuerzas reaccionarias y autoritarias con la crisis ecológica porque, además, la crisis ecológica genera un sentimiento cada vez mayor de escasez: “no hay para todos”. Por primera vez sentimos que vamos a vivir peor que nuestros padres y eso genera miedo al futuro. Porque no sabemos lo que va a venir, no sabemos si va a haber mañana. Y la extrema derecha nos habla de pasado. De volver al pasado, como si fuera posible. De volver a las estrategias de las commodities, al neoextractivismo voraz, a los años noventa. Nos vuelven al pasado y eso no es posible, pero la gente, ante el temor al día de mañana… siente que por lo menos le ofrecen una identidad fuerte.

LDF: ¿Qué perspectiva tiene de las izquierdas en todo este proceso? ¿Por qué lucen tan acorraladas o carentes de respuestas?

Urbán: Creo que la izquierda se ha moderado y se ha “normalizado” mucho. Se ha hecho, te diría, políticamente correcta: “No digamos ciertas cosas, no vayamos a asustar, no nos corramos del centro…”, como si ahora mismo las mayorías se disputaran por el centro. No. Las mayorías, ahora mismo, se disputan por los márgenes. O sea, si vemos cómo ha construido la posibilidad de su victoria (Javier) Milei, es desde la radicalización y la confrontación desde el margen. Pero desde el margen del margen del margen. Y aunque hubiese ganado (Sergio) Massa, lo que en realidad pasaría es que habría perdido Milei. Porque mucha gente no votó a Massa con esperanza, pensando que le daría un futuro, sino como reacción a Milei. Y eso será un problema a medio plazo.

Para volver al principio de la entrevista, la gran fuerza del FNA y de la Conaie es que miran al futuro. Pelean por eso. No nos plantean una vuelta al pasado: disputan el presente para tener futuro. Con lo cual dan una opción alternativa a estas fuerzas reaccionarias y autoritarias. Lo dan en clave de comunidad, de autoorganización y de futuro. De socialización, de bienes comunes, contra la lógica del “sálvese quien pueda” que plantea la extrema derecha y también las pentecostales y las neopentecostales con la teología de la prosperidad, que es lo mismo. Lo que vemos, en los ejemplos del FNA y la Conaie, es que no hay salvación individual si no hay organización grupal, si no hay comunidad, si no hay conciencia de clase. Ahí es: o nos salvamos todos o no se va a salvar nadie. Y además, con una crítica radical al sistema vigente. Por eso creo que las experiencias de lucha en comunidad construyen esperanza.

“No hay salvación individual si no hay organización grupal, si no hay comunidad, si no hay conciencia de clase. O nos salvamos todos o no se va a salvar nadie”.

Miguel Urbán Crespo – Diputado ante el Parlamento Europeo


 

*Jorge Basilago, periodista y escritor. Ha publicado en varios medios del Ecuador y la región. Coautor de los libros “A la orilla del silencio (Vida y obra de Osiris Rodríguez Castillos-2015)” y “Grillo constante (Historia y vigencia de la poesía musicalizada de Mario Benedetti-2018)”.

La Línea de FuegoFotografías: Cortesía de Miguel Urbán Crespo / Cuentas de X y Facebook de Lanceros Digitales / Cuenta de Facebook de Conaie / Cuenta de X de Santiago Abascal.


 

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