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jueves, mayo 2, 2024

Quito, una ciudad ruidosa y sin autoridad de control

Por Angélica Mendoza*

Entre calles, avenidas, estaciones y los cruces de las vías de Quito se eleva un habitante invisible, una mega bestia indomable e intocable. Al despertar, ruge y brama todos los días, silencia a las aves, inquieta a los caminantes, lastima a los habitantes porque nunca se calla.

Los hermosos paisajes de Quito, poco a poco, son opacados por la contaminación ambiental y acústica.  Convivimos no solo con el plomo y el CO2 que flota en el aire, convivimos con el ruido, sin que le pongamos resistencia.

Cuando Lina tenía 6 años el ruido de una moto le aterraba. Los parlantes en locales comerciales y los pitos de autos eran una tortura para su estado emocional. Su modo de dormir fue difícil porque el sonido de las calles y los patrulleros detonaban en ella episodios de angustia y ansiedad. En casa todos pensaban que se trataba de un tema sensorial y no de autismo. “Fue el mejor camino tener el diagnóstico porque nos hizo tomar las mejores decisiones para mi hija”, afirma Camila.

La familia de Lina siempre ha vivido en la ciudad de Quito y el bullicio callejero fue muy difícil cuando era pequeña. Cuando vivieron en la zona ubicada en la Avenida de los Shyris y 6 de Diciembre no había rastro de silencio. La pequeña no podía estar tranquila porque ella escuchaba todo a la vez. “Ahí fue cuando Lina tuvo los episodios fuertísimos y decidimos buscar ayuda porque en realidad no soportaba la contaminación auditiva”, afirma la madre.

Apenas entraban a un centro comercial todos los sonidos se juntaban para Lina: música ambiental del centro comercial, los parlantes de cada tienda, el murmullo de la gente y sonido de la calle.

Ahora Lina tiene 13 años y vive en la Av. González Suárez. Poco a poco su familia encontró alternativas para que pudiera vivir y adaptarse en el mundo real. Usa audífonos que le ayudan a bajar la intensidad del ruido que percibe y tiene su “cajita de emergencia  con su medicina, sus audífonos, su cobijita y todas las herramientas que a ella le funcionan cuando tiene una crisis”, cuenta la madre.

Quito es una ciudad ruidosa, día a día se superan los 60 decibeles (dB) y es cuando el ruido empieza a ser peligroso. En este desastre sonoro se incluye la permanente queja de los habitantes de Quito con respecto al ruido de los camiones repartidores de cilindros gas, que no deberían rebasar los 55 decibeles, aunque nadie controla que efectivamente me cumpla.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), determina que el ruido urbano es nocivo para la salud y el medioambiente. Lo tolerable son los 53 decibeles en el día y 44 en la noche. Entre los problemas que conlleva el excesivo ruido, incluido el de los audífonos, están la pérdida de audición, silbidos en los oídos (tinnitus), fatiga, ansiedad, estrés, depresión, irritabilidad, falta de concentración, alteraciones en la frecuencia cardíaca y respiratoria, nerviosismo, afectaciones del sueño, e inclusive partos prematuros. De igual manera, la exposición al ruido puede afectar la tensión arterial y la estabilidad emocional. La OMS durante los últimos años ha evidenciado este fenómeno y recomienda reducir los valores de referencia hasta niveles cercanos al silencio. Por tanto, es importante limitar la exposición de toda persona al ruido del tráfico de vehículos, trenes, aviones, turbinas eólicas y también conciertos musicales. Si hacemos memoria, una de las razones por las que salió el aeropuerto del centro norte de la ciudad fue el ruido, un avión despegando emite un estruendo de 150 dB.

Buses o taxis, cápsulas de ruido

Salir de casa para llegar a tiempo a cualquier destino en Quito toma entre 20 y 90. Dentro de los buses o taxis el audio o la música utilizada para “ambientar el transporte” es agotadora. Fernanda Vizcaíno, llega exhausta luego de su viaje de la universidad a casa porque el ruido le intranquiliza y aguantarlo por más de 20 minutos le agota. Ella es estudiante de arte en la Universidad Central y considera que el paisaje sonoro es caótico dentro de un bus y que no se toma en cuenta el bienestar emocional o físico del pasajero o pasajera.

En Chile, todo bus interurbano que tenga radios, toca casetes, televisores y videograbadoras, debe incluir de forma obligatoria un sistema de audífonos para los pasajeros. “Esto es muy bueno porque se respeta al pasajero o pasajera”, concuerda Fernanda. Cuando ella toma un taxi o un bus urbano comenta que no encuentra esta consideración y más bien “el ruido es desagradable e impide tener un viaje agradable”.

 

metrobus/La Línea de Fuego
Los buses de transporte público se convierte en cápsulas de ruido por la música a alto volumen de los conductores y los pasajeros con sus teléfonos. A lo que se debe sumar, las ventas ambulantes. FOTOGRAFÍA: J. Ramírez

En Ecuador no se analiza el ruido como factor importante para la sociedad. La última reforma a la Ley de Tránsito eliminó 79 causales para la reducción de puntos de licencia de conducir, entre ellas el uso del taxímetro, si los buses tienen pasajeros al momento de cargar gasolina y si se excede la velocidad. La única sanción contra el ruido se aplica para el uso excesivo del claxon y tiene una sanción punitiva del 5% del salario básico unificado.

Paisaje acústico con altos decibeles

El término correcto para medir “el ruido” es “la presión acústica” en decibeles (dB).  Los sonidos o ruidos que llegan a molestar se encuentran en la escala de los tonos altos (dB-A) desde los 53 hasta los 74 dB.  El ruido es nocivo o dañino cuando sobrepasa los 75dB y doloroso entre los 90dB y 120dB.

El oído necesita 16 horas de reposo para compensar dos horas de exposición a 100dB y a partir de 120 dB el oído experimenta dolor. El informe de la OMS, afirma además que el sonido extremadamente fuerte puede ocasionar la muerte cuando llega a los 180dB.

Cuando se conversa entre amigos o familiares se genera de 10 a 30 dB.  Y, el volumen alto del despertador, equipo de sonido y del televisor puede llegar a generar la misma medida de ruido que una calle con mucho tráfico, 75dB.

Cuando se activa una aspiradora se genera 65db y con una licuadora se llega a 25dB. Si alguien se encuentra en una discoteca tradicional en el interior puede llegar a recibir 112dB de ruido sobre sus oídos.

Todo aquello que genere un eco puede influir en el estilo de vida comunal. Los tacones se convierten en tormentas de ruido, si se despliegan a las 2am. Los trabajos estructurales o arreglos domésticos de carpintería o mampostería se transforman en invasores reales de un apacible hogar.  ¿Y las fiestas?, se pueden denunciar al municipio porque todo ruido vecinal no debe pasar los 55Db, lo cual es fácilmente descifrable si llegan los inspectores municipales.

 

Bocinas/La Línea de Fuego
Los locales utilizan como herramienta de marketing la colocación de parlantes hacia el exterior con música en alto volumen para llamar la atención. FOTOGRAFÍA: J. Ramírez

La OMS en su comunicado “Escuchar sin riesgos”, (2015), sugiere la elaboración de instrumentos y protocolos uniformes que promuevan la investigación sobre la prevalencia y los efectos de la exposición al ruido no ocupacional. Además, concluye que “la pérdida de la audición provocada por el ruido es prevenible, por lo que se deben invertir más esfuerzos en evitarla.”

En 2018, en Europa se determinó que el principal causante de la contaminación auditiva es el tráfico. Y, recomienda limitar la exposición a este ruido máximo hasta 54 dB, porque de acuerdo al informe el ruido por encima de ese nivel se asocia con efectos adversos para la salud.

En uno de los últimos informes publicados por la Secretaría de Ambiente del Distrito, a través de monitoreos ambientales, evidencia que varios sectores emblemáticos de Quito son los más ruidosos debido a que superan los 60dcb, se refiere a La Floresta, La Villaflora, La Ronda y San Juan. En el norte de Quito, los lugares con más nivel de ruido son La Jipijapa, El Inca, Carcelén, El Comité del Pueblo y Calderón, estos sectores promedian durante el día entre 60 y 75dcb y, durante la noche entre 60 y 70dcb. También afirmó que durante la cuarentena el nivel se redujo en 2dcb.

El silencio y el estatus de la calma

 

Yangmingshan National Park/La Línea de Fuego
Yangmingshan National Park en Taiwán es el primer parque urbano silencioso del mundo. FOTOGRAFÍA: Aroma Asian

David (11 años) caminaba junto a Mary, su madre, en el Centro Histórico de y quedó paralizado a punto de desmayarse porque un camión pitó irrefrenablemente frente a ambos, mientras cruzaban en la zona “cebra” durante el semáforo en rojo. “Tuve que luego ayudarle a recuperar porque mi hijo se quedó pálido y paralizado”, afirma Mary, tras recordar que la cultura vial debe descartar el pito como herramienta de agresión o imposición. “En Quito o Guayaquil el uso del pito es exagerado. Por eso es importante que se tome conciencia del impacto que puede tener en cualquier persona el uso innecesario o exagerado del claxon o pito”, comenta Mary.

En casa de David, existe comprensión y aprendizaje constante frente a su desarrollo. Desde que tiene cuatro años se “enfrenta a este mundo ruidoso y lleno de sonidos”. El objetivo de la crianza del pequeño se enmarca en adaptarse y comprender el mundo que le rodea. Mary admite que el mundo es ruidoso y por eso ayuda a David en sus distintos procesos de desarrollo, además puntualiza que “no pediría el silencio total solo porque David tiene autismo, porque es imposible, más bien se busca tanto en casa como en la escuela, que él se adapte y pueda entender o manejar los estímulos auditivos que recibe mientras crece”.

Teodoro Bustamante, experto ambiental, considera que “en general valoramos poco el silencio, no nos preocupamos si el ruido que generamos ocasiona molestias en nuestro entorno o que pueda preocupar a otra persona. Además existe una tradición de poco cuidado del silencio y no reparamos en lo que estamos haciendo con él. El ruido es un factor que atenta contra la salud y genera un estado de alerta constante lo que nos ocasiona estrés, angustia o cansancio”.  De acuerdo a su criterio, el cambio de hábitos radica en respetar el espacio compartido y el entorno.

La particularidad de algunas comunidades de América Latina está en el uso del parlante amplificador como un elemento de importancia. En Quito, los negocios, las promociones, “las chivas” y fiestas caseras “deben” tener un parlante, de lo contrario no será un “ambiente agradable”. Sin embargo, muchas urbanizaciones están alejadas de los sectores comerciales o industriales porque las personas buscan habitar en lugares silenciosos.

Uno de los parques más silenciosos precisamente está en Taiwán. Para detener el daño que causa la contaminación acústica, “el silencio total” es la meta en el parque Yangmingshan. Apegado a los valores culturales de la vida natural taiwanesa el parque está asentado en el área metropolitana de Taipéi. En este lugar se busca el estatus de la calma. Lo que genera un modo de comportarse equilibrado y la toma de conciencia acerca del significado integral de guardar silencio. La aspiración mayor es limpiar el cuerpo y aclarar la mente frente a lo vivido por la pandemia gracias al paisaje sonoro de la Madre Naturaleza. Este parque toma la dimensión espiritual para los respetuosos habitantes del silencio interior.

Evaluación y gestión de control del ruido ambiental 

Por la mañana se oye despertar el ruido del tráfico. Tiene la misma singularidad de todos los días. Y de vez en cuando, a lo lejos, todo quiteño o quiteña puede distinguir el famoso estribillo “Si en tu cilindro ya no queda más, tranquilo ya llegó el gas. El gaaas”, que junto a los golpes a la bocina se completa el escenario sonoro.

 

 

Desde diciembre de 2016 el claxon de aproximadamente 500 camiones repartidores de tanques de gas se cambió a una canción de 52 dB. Esto fue propuesto en pleno concejo municipal como una alternativa frente al ruido contaminante del claxon utilizado para anunciar con tiempo la llegada del servicio. Los conductores solicitaron que no se apliquen sanciones por este hecho y se les permitió utilizar dicho estribillo. Sin embargo, hay un cansancio y se han recibido múltiples denuncias con respecto al horario o nivel de ruido de los camiones repartidores.

Un día de junio de 2021, se viralizó un video donde el conductor de un camión era agredido por una mujer. La tendencia se enfocó en el clasismo evidenciado en el reclamo y dejó de lado otro problema real: la contaminación auditiva en distintos barrios de la ciudad. Entre los comentarios destacaba la importancia de respetar a todos y no generar ruido tanto de parlantes como de gritos exagerados.

Con el objetivo de controlar la contaminación acústica, se instauró en 2004 la ordenanza municipal No. 213. En el artículo II.356,6 se prohíbe la emisión de ruidos que produzcan en las zonas urbanas los dispositivos sonoros, tales como campanas, bocinas, timbres, silbatos o sirenas, instalados en cualquier vehículo, salvo en casos de emergencia con la respectiva autorización de la Dirección Metropolitana de Medio Ambiente (DMMA). Están exceptuados de esta prohibición los vehículos de bomberos, policía y ambulancia durante el servicio.

En el artículo 21, se prohíbe la emisión de ruidos o sonidos provenientes de equipos de amplificación u otros desde el interior de locales destinados, entre otros fines, para viviendas, comercios, servicios, discotecas, salas de baile o similares, con niveles que sobrepasen los límites determinados para cada zona y en los horarios establecidos en la presente ordenanza.

Verónica Arias, ex secretaria de Ambiente del Distrito Metropolitano de Quito, considera que existe una importante dinámica legal para establecer las reglas en cuanto a los locales comerciales, talleres, fábricas, transportes de carga o público y las viviendas. De igual forma, con respecto al uso del suelo en la construcción de viviendas o instituciones, el municipio está en la capacidad de determinar las condiciones legales que contribuyan a mejorar el ecosistema sonoro de la ciudad.

“Se tiene que reconocer que están prohibidas las bocinas, los altavoces en los camiones repartidores de gas, los parlantes en las calles porque esto molesta a los ciudadanos y ciudadanos; ante esto tenemos que ser más creativos al momento de promocionar o vender los productos”, expresa.

Una de las principales infracciones es el uso de parlantes fuera de establecimientos comerciales, tiendas, farmacias, negocios, restaurantes, mecánicas, talleres, etc. Es la Secretaría de Ambiente la que entrega directamente al local comercial un informe de la infracción.

De igual forma, a través de la resolución 079 emitida por la alcaldía, se detalla el control sobre los dominios públicos y privados para que se mantengan los niveles sonoros permitidos en la ordenanza, tanto en el día como en la noche. Las multas por incumplimiento de la norma de ruido van de 2 a 8 salarios básicos unificados. La Secretaría de Ambiente municipal controla de forma aleatoria el ruido, atiende las denuncias ciudadanas y realiza visitas técnicas a establecimientos de diferente índole. El propietario de cualquier local que incumpla con la norma tiene un plazo de 60 días para tomar las correcciones del caso. De lo contrario va a instancias de la Agencia Metropolitana de Control (AMC) para aplicar las sanciones pertinentes a través de un expediente sancionador.

Arias asevera que es importante cumplir la ordenanza porque es para beneficio de todos los habitantes. “La ley existe, los parlantes, los pitos, los motores, las bocinas que anuncian productos, son fuentes de ruido que perturban a los ciudadanos y deben ser retiradas”, puntualizó.

Mapas del ruido para soluciones focalizadas

Según la OMS, el ruido de tráfico tolerable y sin efectos nocivos debe ser 53 decibeles. Sin embargo, en el mapa del ruido presentado en 2019 por la Universidad de las Américas (UDLA) esto no sucede. Se evidencia que en zonas como el Centro Histórico, La Av. Marín, Av. Morán Valverde, Av. Simón Bolívar, Av. General Rumiñahui y El Inca, los niveles promedio de ruido de estos lugares alcanzan entre 55 y 75 dB.

Los resultados de dicho estudio también muestran el impacto acústico sobre la densidad demográfica: 1 de cada 4 personas están expuestas a niveles de ruido de tráfico por encima de lo tolerable o permitido. Lo que significaría que el 25% en el día y el 40% en la noche de la población quiteña estaría expuesta a niveles de contaminación acústica superiores a los recomendados por la OMS.

Desde 2010, varias universidades promueven la elaboración de mapas del ruido como un aporte a la gestión de los gobiernos locales. Se han realizado estudios a través de tesis de grado principalmente en Cuenca, Ambato, Machala, Guayaquil y Quito.

El objetivo de las universidades es ofrecer los estudios y aportar en un plan de acción para reducir los niveles de contaminación auditiva. Este mapa de ruido fue realizado tomando muestras directas sobre el tráfico de la ciudad, principal fuente de ruido.

El uso del suelo y el paisaje sonoro

Un ejemplo de cambio del uso de suelo es el caso del parque Cumandá. Hace más de diez años fue el terminal terrestre de Quito y se lo consideró como uno de los principales causantes del tráfico de la ciudad. La contaminación e inseguridad llegaron a niveles perjudiciales para los habitantes de la zona. Ahora Quito cuenta con dos terminales terrestres, en el norte y sur. Inmediatamente, el paisaje sonoro de la zona cambió y las perspectivas de turismo, de desarrollo económico y cultural empezaron a crecer.

“Definitivamente, esto contribuyó a la mejora del estilo de vida tanto de la zona como de toda la ciudad por convertirse en un sitio representativo”, afirma Diego Salazar, ex presidente del Colegio de Arquitectos de Pichincha, tras señalar que “si nos apegamos a los ODS11 que plantea las Naciones Unidas podremos disminuir en gran manera la contaminación ambiental y sonora. Por ejemplo, plantea que hasta el 2030 podríamos cambiar el actual transporte público a eléctrico así como las reglas de desarrollo urbano, las superficies en la ciudad, las alturas de edificabilidad de manera sostenible y sustentable”

“Las ordenanzas deben puntualizarse según las realidades locales y las dimensiones de cada ciudad para modificar el ambiente, volverlo sostenible y sustentable. El principal logro es que nuestra ciudad sea habitable, agradable y ofrezca una buena calidad de vida en donde lo auditivo no queda fuera”, recalca Salazar.

Para la madre de Lina, hacer o no ruido no trasciende de una simple restricción o sanción. “Es necesario vivir en comunidad y hacer lo posible para que nuestras acciones no afecten a los demás y el medio ambiente”, afirma.

Cada día que pasa, Lina aprende a convivir y controlar lo que percibe. Tiene a su familia con quien puede contar en momentos difíciles y siempre busca maneras para el crecimiento integral. La escuela, los maestros y compañeros son fundamentales para una convivencia armoniosa, comprensiva y cálida. La sociedad podría tomar su ejemplo y encontrar la razón fundamental del “silencio absoluto”.

Los parques de Quito o de las ciudades más ruidosas del mundo como New York, París, Tokio, Taipei, Buenos Aires, Guayaquil o México, son considerados como refugios del silencio. Si el tamaño del parque es idóneo, según la OMS, el sonido del tráfico es casi imperceptible. Esto quiere decir que se puede realizar yoga, artes marciales, atletismo, caminata o artes.

Contemple el sonido de las aves al amanecer, siéntese al borde de un mirador y durante los primeros segundos busque las razones por las que usted cambiaría el paisaje sonoro de su entorno y la ciudad. Tal como Mary y Lina buscan aprender del silencio y los sonidos, cada hogar puede convertirse en un espacio donde podamos generar un estatus de calma para su familia y para el mundo.

Algunos aspectos de la Ordenanza Municipal 123:

  • Prohíbe el ruido de equipos de amplificación u otros desde el interior de locales comerciales o viviendas, que sobrepasen los niveles permitidos
  • Los niveles permitidos son 55 decibeles, de 06h00 a 19h59, y 45 decibeles de 20:00 a 06:00.
  • Las competencias automovilísticas están prohibidas.
  • Se prohíbe el uso de altavoces, megáfonos, timbres, sirenas, etc. en vehículos. Excepto patrulleros y ambulancias.
  • Con respecto a los automóviles que usen en exceso el pito y tengan cualquier tipo de altavoz o megafonía tendrá una multa equivalente al 5% del SBU. Seria la Agencia Metropolitana de Tránsito la encargada de aplicar la sanción punitiva.

Datos preocupantes

Según la OMS, el ruido y el uso exagerado de audífonos y dispositivos electrónicos, podría provocar:

  • 100 millones de jóvenes de todo el mundo podrían estar en riesgo de sufrir pérdida de audición debido a prácticas auditivas perjudiciales.
  • Más de 43 millones de personas de entre 12 y 35 años padecen una pérdida auditiva discapacitante debido a diferentes causas.
  • Casi el 50% están expuestos a niveles de ruido perjudiciales a consecuencia del uso de dispositivos de audio personales como reproductores de MP3 y teléfonos inteligentes.
  • Alrededor del 40% están expuestos a niveles de ruido potencialmente nocivos en clubes, discotecas y bares.
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