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viernes, marzo 28, 2025

ARRIMANDO EL HOMBRO: la izquierda siempre debe estar construyendo un proyecto de cambios estructurales. Por Raúl Borja N.

Raúl Borja N.
24 febrero 2025

En el juego del Cuarenta (Made in Ecuador), lograr 38 puntos provoca un grito con
sabor agridulce: ¡Treintaiocho que no juega! En la siguiente mano de cartas, en un
round a finish, cualquiera de los dos bandos opuestos, que sobrepase los 40 puntos,
gana automáticamente. Por ende, en esa breve fase del juego criollo de barajas, vale
ser temerario, pero, más que todo, hay que tener inteligencia rápida. Los jugadores
lentos y temerosos, pierden.

Abrebocas

Los rivales de la lucha electoral que se liquidará el próximo domingo 20 de abril tienen campos de disputa similares que, sin embargo, apuntan a diferentes nortes. Esta es otra manifestación paradójica del sui generis “empate” a 44 puntos electorales consumado en la primera vuelta del pasado 9 de febrero, entre Daniel Noboa y Luisa González. Ambos, al parecer, habrían consolidado sus adherentes firmes y llegan a ese equilibrio de respaldos electorales con la fatal obligación de hallar los votos para ganar al oponente, en el seno de una “masa” de indecisos que, en la primera vuelta, no asistieron a votar. De partida, la primera pregunta es: ¿Cómo sacar a dos millones de votantes indiferentes a que ¡voten por mí! el 20 de abril próximo? Un gran tema para los estrategas de campaña, que suelen ser unos “aprendices de brujos”.

Daniel Noboa, haciendo abuso del poder político que ostenta, viene jugando con tramposa ventaja al ser presidente y candidato a la vez. Además, soberbio por el poder, ha convertido a la Ley y la Constitución en una toalla húmeda para limpiarse el sudor de la frente. Él le tiene frente a sí a Luisa González, una mujer inteligente y con carisma que, sin embargo, provoca urticaria entre muchos, cuando se muestra incondicional y acrítica a los mandatos del “hombre de Bruselas”. Eso no es de gana. El odio latente contra Rafael Correa juega en contra de Luisa González.

Los números casi no mienten

Las siguientes son deducciones cuantitativas de los últimos datos electorales, usados aquí en un juego de acertijos.

  • El voto nulo. Históricamente, el voto nulo sube en el trayecto de la primera a la segunda Es posible que, en el próximo ballotage, trepe el voto nulo del 6.8 % al 9 %. El voto nulo es, por lo general, motivado de modo ideológico y en buena proporción suele provenir de votantes de izquierda. Históricamente, el voto nulo en el ballotage beneficia a las posiciones de derecha. Esto no es un acto de voluntad, peor de malicia, sino una externalidad que ocurre.
  • La participación. Históricamente, la participación de votantes sube en la segunda vuelta, alrededor de 3 puntos.[1] Sin embargo, esta nueva cuota electoral NO decide el triunfo en el ballotage, pues se reparte miti miti entre los dos finalistas.
  • La votación de Leonidas Iza (PK). El 5.25 % de votos de Leonidas Iza se dividiría en el ballotage. Si un 40 % de ese monto vota nulo (la gente de izquierda que es crítica al “correísmo” in extremis) y si el 60 % restante lo hace por Luisa, este aporte equivaldría a 3,1% para la candidata de RC-5. Valioso aporte, aunque insuficiente para GANAR. [2]
  • Los “otros candidatos” de la primera vuelta (colistas por antonomasia) suman un total de 6,8% del total de votos válidos. Si los votos de JJ (0,4%), Rabascal (0,22%) y PSE (0,53%), se inclinaran por Luisa, apenas representarían menos del 1 %. Poco, pero ¡todo trigo es limosna! De su parte, la cuota de Andrea González (2.7 %) se irá en saco a favor de En resumen, los votos de “las otras candidaturas” tienden a favorecer a Noboa. Luisa González no recibiría aportes significativos de esa “bolsa” de minoristas.
  • El ausentismo. Concluyendo, “la bola” de votantes indiferentes (ausentismo) equivalente a 2 %, prácticamente 2 millones de potenciales votantes. Ellos decidirían cuál de las dos opciones electorales adversarias ganará en la segunda vuelta. Pregunta capciosa: ¿PODREMOS NOSOTROS ATRAER al menos a la mitad de ellos, alrededor de 8- 9 puntos porcentuales?

El voto nulo: entre el cielo y el infierno

En 1978, cuando Ecuador retornó a la democracia electoral, se inauguró esta modalidad de la elección presidencial en dos vueltas. En aquella ocasión, en la primera vuelta tuvimos un ramillete de candidaturas a la Presidencia, destacándose, por la derecha, Sixto Durán (socialcristiano) y Raúl Clemente Huerta (liberal); por el centro izquierda, Rodrigo Borja (ID); por la izquierda, René Maugé (FADI); y por el inefable populismo, Jaime Roldós (CFP). Quedaron para la segunda vuelta Sixto Durán y Jaime Roldós, en ese orden. Eran tiempos en los que todavía se contraponían las doctrinas políticas de cada opción electoral y se discutían los probables programas de gobierno. En ese contexto, se polarizaron las adhesiones partidarias, mientras el pueblo observaba—intuía— concluía.

Para la segunda vuelta, la derecha agrupó a socialcristianos y liberales. De su parte, Jaime Roldós parecía que se quedaba sólo, pues le acompañaba como su sombra, “el apestado” por la oligarquía: Don Asaad Bucaram. La izquierda se hizo pedazos, eso sí, blandiendo tesis ideológicas de sano criterio y tradición, que eran, sin embargo, como aquellas cartas de la baraja que no juegan en “el 40”. Escribimos sobre aquella situación:

“Para la segunda vuelta la izquierda se despedazó: el Movimiento Segunda Independencia y el Comité del Pueblo se inclinaron a favor de Jaime Roldós; el PCE optó por el voto nulo; el PSRE y el MRIC se dividieron entre el voto nulo y un apoyo timorato a Jaime Roldós. Fuera del FADI, el MPD proclamó el “voto en blanco”; el MIR llamó a votar por Manuel Agustín Aguirre (personaje fuera de juego, o sea, convocó a anular el voto); y el MRT sostuvo que hay que votar contra Sixto Durán…”. [3]

El MRT abundó en el planteamiento y dijo: “Hay que desconfiar de Roldós, pues detrás de él están ocultos intereses de la burguesía”. Paralelamente, identificamos a Sixto Durán como el paladín de la oligarquía, la bancocracia, los militares (que buscaban cubrirse la espalda en el nuevo gobierno luego de sus 5 años de dictadura) y el imperialismo. En tal sentido, el MRT llamó a votar contra Sixto Durán, pero nos abstuvimos de tomar una postura franca a favor de Jaime Roldós. ¿Es que nos atormentaba nuestra conciencia impoluta de revolucionarios?

El pueblo observaba—intuía—concluía… El día del ballotage, el pueblo fue a votar por Jaime Roldós mayoritariamente. Personaje carismático, de formación social-populista, Roldós despertaba ilusiones de cambios al estatus quo. Esto era lo estratégico en esa coyuntura. Fue lo que no entendió la izquierda cuando hizo su “saludo a la bandera” optando por el voto nulo. Por lo contrario, había que interpretar el sentimiento del pueblo en esa circunstancia, que quería cambios y rechazaba el continuismo oligárquico representado por Sixto Durán. A este sentimiento debía acomodarse la ideología genuina de la izquierda, no a la inversa, queriendo que el pueblo entienda nuestras antinomias. Por esta (y otras razones), en el MRT creímos que Jaime Roldós era la opción electoral de la segunda vuelta, pero nos faltó valor para apostar por él de modo franco. Entonces llamamos a votar en contra de Sixto.

Haciendo un balance, en aquella coyuntura, la izquierda —al parecer— tuvo de su lado “la razón”. Jaime Roldós le ganó a la derecha oligárquica y proimperialista, pero ya en el gobierno, no se fue por el camino de la realización objetiva de las esperanzas del pueblo, sino lo contrario: efectuó pactos de “gobernabilidad” con la centro-derecha. Frustración del estado de ánimo del pueblo que nos pasó factura: en la siguiente elección (1984) el paladín de la derecha oligárquica, León Febres Cordero, ganó la Presidencia con el voto de la mayoría del pueblo.

¿Qué lecciones sacamos ¡demasiado tarde! de ese proceso? Digamos que cuatro lecciones.

Primero, la fortaleza de la izquierda son sus posiciones ideológicas que responden a una vieja historia de compromiso con la lucha de los pueblos en todo el mundo. Empero, en las coyunturas electorales, esas identidades ideológicas son como el ancla que impide que la barca de la izquierda haga maniobras inteligentes y rápidas en la mar agitada por las contradicciones propias de la lucha política por la ganancia de la hegemonía en el manejo del Estado.

Segundo, no basta con identificar el polo de la contradicción principal (en 1979, la derecha socialcristiana, como ahora es la posición oligárquica de Daniel Noboa); sino que se necesita intervenir en la escena política para ganar fuerzas, acaso mediante alianzas puntuales o más estratégicas, a favor del otro polo de la contradicción (que ahora es representada por Luisa González). En la coyuntura de 1979, lo principal en el ballotage era juntar fuerzas a favor de Roldós. En los hechos, una vez que se llegó al gobierno, la derecha y el imperialismo arremetieron contra Roldós hasta su muerte.

Tercero, saber que lo estratégico no son las elecciones, aun siendo una clave importante en la coyuntura, sino actuar —desde la izquierda—de manera acorde con el sentir del pueblo que quiere cambios y que en esos momentos observa, intuye y concluye, que sólo hay una oportunidad electoral, que NO ES LA DERECHA. Dentro de esa oleada del pueblo que quiere cambios, la izquierda puede ¡y debe! activar sus propuestas de avanzar, haciendo sus propuestas programáticas, que deben sembrarse y eclosionar en el seno del pueblo, que en las elecciones está políticamente movilizado.

Cuarto, que las organizaciones de izquierda para perfilarse estratégicamente en esos procesos, deben unirse, ya sea en las coyunturas electorales contingentes, o advirtiendo de los peligros que advendrían en el periodo de “hacer gobierno” (gobernanza). Más todavía, la izquierda siempre debe estar construyendo un proyecto de cambios estructurales que pongan en juego el tema del poder en general. Jamás debe arrimarse a los gobiernos progresistas a la cosecha de cargos burocráticos y prebendas, como ha sucedido históricamente en Ecuador.

17 de febrero de 2025

[1] Cada punto del cómputo electoral equivale a +/- 113.000 votos. Ganar para la segunda vuelta 8 puntos equivaldría a +/- 900.000 votos, esto es, el 36 % del ausentismo en la primera vuelta
[2] El acuerdo unitario de agosto refleja un importante avance de la unidad, pero no es un “seguro de voto” de la votación de Iza a favor de Luisa. También en estas filas no hay endoso de votos.
[3] Lucha Socialista Nro. 7, agosto 1978

lalineadefuego
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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Otro articulista al que le avergüenza decir de frente que apoya a Luisa y lo diré de nuevo, no es de izquierda, solo representa a la nueva lumpen oligarquía delincuencial que se quiere quedar en el poder para siempre limitando las oportunidades de la verdadera izquierda y lo que es peor, desdolariza, provoca hiperinflación como Venezuela. Hasta la miseria siempre.

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