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MAS ALLÁ DE YACHAY,  SIGUE LA PEDAGOGÍA DE LA OPRESIÓN. Por Tomas Rodríguez león

11 de Agosto 2015

“Algo huele a podrido en el reino de Dinamarca”.  
W.  Shakespeare

En la Hacienda San José en Urcuquí, cerca de Ibarra, se inició Yachay: 187 estudiantes inversión inicial 20 millones de dólares; el presidente Rafael Correa levanta el proyecto emblemático que, según RC, es la primera universidad científico tecnológica experimental.

La Ciudad del Conocimiento parecería una respuesta a lo que nunca se hizo en una sociedad del desconocimiento, una sentencia  que sepulta a la sombra a la Politécnica Nacional, primera en su género en Latinoamérica y a la ESPOL de Guayaquil, con reconocida trayectoria de investigación.

Abiertamente, la propuesta jamás oculto ser vehículo  para que se afinquen nuevas industrias. Para el efecto, uno de los mecanismos fue la internacionalización de la plantilla docente y administrativa: Argentina, España, México Chile, Venezuela y Estados Unidos fueron los confines elegibles. También las asignaturas fueron diseñadas por 70 expertos internacionales y el lema expuesto: “talento humano para innovadores y lleno de ideas”.

La idea de alianza neopositivista  la revelaría René Ramírez,  quien dijo que Yachay buscaría “articular  la academia, el estado y el sector productivo”, ¡un trio en la cama, que feliz innovación¡ Y el excelentísimo dirá que “la historia de la universidad ecuatoriana se dividirá en un antes y después, en ese sueño llamado Yachay, para mí, el proyecto más importante de la historia del país”.
El jueves, 6 de agosto, 2015 Rafael Correa afirma que en Yachay no hay corrupción, en respuesta a quienes dicen que sí la hay.  René Ramírez dice “Yo no sabía que mi hermano estaba aplicando en Yachay” respondiendo a las denuncias de nepotismo, y la Contraloría pone a Yachay bajo su lupa.

Con sueldo de futbolista campeón, en teoría tres veces superior a él del presidente, el ex rector del centro, Fernando Albericio, habla de un sueldo de $ 16.300  mensuales  para el que vive en Ecuador, mientras menciona que  las otras tres personas cogestoras radicadas en California y líderes ON LINE de Yachay,  tenían otra remuneración que llegaría a los US$45.000; “Los encuentros eran por Skype cada dos semanas”. Se denuncia así mismo que recibían $ 300 en viáticos diarios los miembros de la Comisión Gestora, José Andrade, Ares Rosakis y Guruswami Ravichandran, y también se habla de irregularidades en la contratación de una empresa ‘cazatalentos’ por US$ 1,7 millones.

Panorama nada simpático para un país pobre y con bemoles en el sistema educativo, prurito que  fatiga el concierto nacional, donde miles de jóvenes no pueden ingresar a la universidad, y donde la educación básica se llena de formas y contendidos no significativos que se dejan derrotar por la violencia entre niños, las drogas y el individualismo competitivo. Individualísimo egoísta exacerbado por la ideología dominante que estimula la meritocracia y la subordinación al más fuerte.

Desde Yachay hasta la escuela de un recinto campesino pasando por las Escuelas del Milenio, la pedagogía colonial burguesa de corte neopositivista impera en el sistema. El estado estructura los  argumentos y las instituciones reproducen las formas de dominación  en el proyecto desarrollista que forma entes productivos, a críticos al servicio del capital foráneo. Yachay a la vanguardia. Se educa para la industria  farmacéutica, bioquímica, minera y robótica que tributara a quienes manejan “el conocimiento”, desde el lenguaje de las corporaciones y su concepto monopólico metropolitano. Lo escandaloso es que en Yachay esta tributación es germinal con direcciones y aulas virtuales de muy alto costo (en realidad toda la educación virtual de calidad reduce costos).

La escuela libertaria también  teórico crítica promueve transformar la sociedad con la acción ético-política de un docente liberado que libera la escuela del eje de dominación. El  docente «teórico crítico» y la escuela teórico critica aceleraría un proceso hacia a la sociedad sin injusticia  desde un interés emancipatorio que hoy pretende ser asfixiado.

La Escuela libertaria, e incluso la escuela moderna, se oponen al totalitarismo pedagógico y directivo donde las formas de gestión del saber se ven sometidas al control del Estado. Pero Yachay y el currículo general vigente promueven  el control de las mentes en los conceptos de “industria cultural” o “cultura de masas” con zombis utilitarios o autómatas vigilados.

El proyecto Yachay  y la estrategia formativa del poder rompen la continuidad histórico cultural, y las nuevas generaciones que se forman  no lo hacen  en lo cánones de nuestra cultura. Ecuador como escenario multicultural y plural se sostienen en lo local, en lo íntimo o próximo (el concepto comuna, barrio, territorio, son desestructurados en la oferta pedagógica), pero se promociona el éxito y la excelencia en los parámetros más prosaicos de la ideología burguesa.

Se desconoce que es en lo comunal donde nacen las aspiraciones y se sostienen los sueños. La migración y el desarraigo rompen el continuum formativo. Ya las Escuelas del Milenio son expresiones colonialistas que emergen en barrios pobres para una minoría en un formato descomunal, mientras se eliminan las pequeñas e íntimas escuelas comunitarias. El gobierno actual como ningún otro ha empujado la migración y el desplazamiento de aspirantes profesionales. Yachay es el prototipo caro de ese nuevo imaginario.

Yachay ¿atatay?

 

 

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