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miércoles, abril 24, 2024

La metástasis mercantilista en la concepción política

Una evaluación necesaria de la campaña electoral

Por Patricio Carpio Benalcázar*

La primera campaña electoral de 2023, nos deja algunas claridades sociopolíticas para la reflexión de lo que serán las tendencias de estas en los próximos años ya que no se perciben procesos ni normativos (como propuestas de cambios sustanciales en el Código de la Democracia relacionadas por ejemplo a nuevas exigencias para la nominación de candidaturas) ni tampoco iniciativas desde la sociedad civil o la academia por contribuir a la gestación de una ciudadanía crítica.

Planteamos aquí algunos elementos del análisis político electoral de este proceso 2023 para elección de gobiernos locales:

  1. Se evidencia el tácito abandono de posicionamientos políticos-ideológicos de izquierda, derecha y centro. No se muestra una línea conductora, un proyecto, sino ideas o propuestas lo suficientemente generales para no ser marcados en corrientes definidas. La izquierda luego del frustrado progresismo ecuatoriano y quizá latinoamericano ha quedado en el limbo; el correismo por ejemplo, aparece como correismo sin más -ya no se definen como izquierda- luego del fracaso de Lenín Moreno (AP) y Guillermo Lasso (CREO) apelan  a la vaciedad de “un pasado mejor”(¿?); tampoco nadie se autoidentifica de centro ni de derecha, pues cualquier posicionamiento traería estigmas no deseados electoralmente.
  2. En estas nuevas lógicas, las negociaciones pre electorales por las cuotas de poder, en función del pragmatismo y las proyecciones de votos, rebasan el entendimiento de la política y los proyectos. No hay telón de fondo sino un escenario-show que normalmente termina en las elecciones y que pronto se rompen o se desconocen. Las alianzas establecidas o candidaturas son lejanas de una política consistente, ejemplo de esto es Jorge Yunda (que empezó en el correísmo) ahora con Pachakutik y Pedro Freile (quien firmó la carta de VOX, partido de ultraderecha) en el Partido Socialista; Andrés Páez (ex ID, ex CREO) con Democracia Sí y Sociedad Patriótica (todos estos en Quito); Ricardo Vanegas en Pk (Guayaquil);  o, el fallido Luca Pallanca en Unidad Popular en Cuenca y de estos casos hay evidencias en todos los cantones de la patria.

  1. De ahí que, en la campaña, más que nunca se apela al sentimiento que al posicionamiento político, surgen así nombres coyunturales de partidos o movimientos con adjetivos particulares cuya interminable nomenclatura genera suspicacias y hasta dudas de la seriedad de sus miembros; es el reino del populismo.
  2. Característica particular es que son los individuos los protagonistas, normalmente hombres, que apelan a su carácter y decisión. No hay ideas de un colectivo detrás, ni un equipo, ni demás candidatas-os. Esto fortalece el ego de quien encabeza y envilece su comportamiento cuando llega al poder. ¿A qué identidad política responden? A ninguna, pues buscan sintonía con esa ingenuidad e inocencia de quienes sostienen que izquierda o derecha es una banalidad fuera del tiempo actual. Cuesta explicar aquí, qué acciones y obras corresponden a un proyecto, y que un proyecto corresponde a una visión política que tiene un entendimiento sobre respeto ambiental, derechos, participación, redistribución, etc.
  3. Los ejes de las campañas están centrados en la transformación de la política y las opciones de gestión pública en una suerte de farándula, feria libre, o concurso de payasadas y comparsas en función de seducir al electorado; peor aún muchos utilizan recursos discursivos sobre ojo por ojo con la violencia, apelan a la muerte, al machismo; no hay consideraciones ético políticas, educativas, civilizatorias o concienciación, lo fundamental es captar el voto; el elector es instrumentalizado por el afán exclusivo de poder de grupos políticos para usufructo propio. Referencias concretas al modelo de ciudad, a la planificación urbana, a los conflictos de uso del suelo, a la corrupción, muy poco.
  4. Llegamos así a la cosificación del electorado pues el tratamiento al ciudadano-elector no es como sujeto sino como objeto. La práctica discursiva es vertical, del candidato al elector sin canal de vuelta. Se apela a la participación pero no hay metodologías de escucha a la ciudadanía. Es el pálido reflejo de lo que vendrá.
  5. Se consolida el enfoque de “Tiendas políticas, clientela electoral” que han reemplazado a las actorías políticas y el votante es víctima de avasallamiento mediático tras imponerle un patrón de comportamiento electoral. Es el producto-candidato lo que se ofrece, y esta encarna la promesa de bienestar que nunca llegará.
  6. Orientación a la juventud: bajo el supuesto de su inexperiencia política y ausencia de criterio. Se pretende una sintonía a través de uso de símbolos que reflejan absoluta superficialidad y que no contribuyen a la gestación de una ciudadanía crítica, proactiva y deliberante
  7. Todas estos elementos contribuyen al crecimiento de dos grupos de electores: los que rechazan la política y los indecisos. Los primeros por sobresaturación de políticos obsesionados por el poder sin conceptos de gestión pública y servicio, y los indecisos por confusión de mensajes y propuestas tan amorfas que desorientan. Este grupo que tiene intención positiva en el voto se inclinará por alternativas dispersas: impacto de una candidatura por algún hecho excepcional, orientación por la experiencia y claridad de la candidatura, o por quienes encabezan encuestas.
  8. En conclusión, la campaña electoral no auspicia una línea de comportamiento y acción política hacia alternativas que respondan a la crisis política-institucional, social y de seguridad; económica y ambiental que vivimos. Por el contrario, expresa claramente la continuidad de un modelo de descomposición ética y social, de corrupción institucionalizada, de irrespeto a la ciudadanía y de una gestión mínima vital para seguir desangrando fondos que pertenecen al desarrollo local. Es el triunfo y consolidación del modelo de libre mercado trasladado al quehacer de los partidos, movimientos políticos y sus animadores.La metástasis mercantilista contaminó la esfera política.

Se consolida el enfoque de “Tiendas políticas, clientela electoral” que han reemplazado a las actorías políticas y el votante es víctima de avasallamiento mediático tras imponerle un patrón de comportamiento electoral. Es el producto-candidato lo que se ofrece, y esta encarna la promesa de bienestar que nunca llegará.


*Patricio Carpio Benalcázar es docente investigador de la Universidad de Cuenca. PhD en Sociología.


 

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Excelente análisis. Los políticos cambian de careta según la ocasion y cuando llagan al poder la mayoría solo defiende sus intereses y los de su jorga.

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