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viernes, mayo 10, 2024

SOBRE REINAS Y ÑUSTAS* por Paolina Vercoutere

SOBRE REINAS Y ÑUSTAS*

por Paolina Vercoutere

A pesar de que en los últimos años el discurso  de género ha empezado insertarse en las políticas públicas promovidas por el Estado, resulta interesante preguntarse como estas modificaciones han contribuido a superar las relaciones históricamente asimétricas entre hombres y mujeres. Por otro lado, es preciso discutir en qué medida estos cambios han logrado incidir en algunas prácticas socialmente  legítimas  (mestizas, indígenas y afros) como los reinados de belleza.

Constatamos que a pesar de existe mayor presencia femenina en los espacios públicos de poder, las políticas oficiales muchas veces han limitado el discurso de las mujeres a programas y proyectos relacionados con la violencia doméstica y la maternidad gratuita, aplazando la necesidad de superar la discriminación de género. Por otro lado, es un hecho de que existe una brecha entre el discurso y la práctica institucional pues muchas veces la construcción de políticas de género se encuentra con resistencias y prácticas culturales discriminatorias. Desde aquí es posible entender como la oficialidad sigue promoviendo  espacios como las elecciones de reinas, donde la mujer es concebida como objeto decorativo, donde su cuerpo está sujeto a la valoración y disfrute de la mirada masculina.

Pero el asunto consiste en que estos torneos no solo reproducen las inequidades de género, sino que también contribuyen a mantener asimetrías de otra naturaleza, insertadas en un patrón de poder global.

En esta medida, ¿qué significados y  alcances tienen los reinados de belleza en la construcción de los imaginarios sociales, tanto en los espacios oficiales donde predomina una visión blanco mestiza  -miss Ecuador, reina del Yamor, reina de Quito, etc.- como en los espacios promovidos por sectores indígenas organizados.

A nivel nacional, estos reinados han buscado  recrear un ideal de belleza femenina alejado de los rasgos físicos característicos de los pueblos mestizos. Muy pocas ecuatorianas podríamos identificarnos con esas reinitas,  en su mayoría, altas, blancas, rubias, poliglotas (inglés, francés o italiano, nunca kichwa, shuar o tsafiquí) y de apellidos pomposos. Son naturalmente caritativas, maternales y cándidas. A pesar de su aparente inocencia, esta imagen no solo es la de una mujer, se trata de la encarnación del buen gusto y sofisticación de las clases dominantes. Además de promover un ideal donde la  belleza es “blanca”, estos eventos se encargan de reforzar y naturalizar la idea de la capacidad innata masculina para asumir los roles “serios”. Las preguntas que miden la inteligencia de las reinas buscan reafirmar los valores morales dominantes. Por ejemplo, una miss nunca podría aprobar públicamente el aborto, el ateísmo, la conveniencia del divorcio o afirmar los derechos sexuales de las mujeres.

Este fenómeno ha creado  una suerte de esquizofrenia colectiva que busca una belleza para la mayoría inalcanzable pero constantemente vendida por los medios de comunicación. La mayoría de las imágenes vehiculadas  por la TV – publicidad, noticias, presentadoras- legitiman este ideal de belleza que excluye otras bellezas, como por ejemplo la indígena. Recientemente, gracias a la influencia ejercida a nivel global por artistas y personajes negros, algunas mujeres afro ecuatorianas han podido acceder a este exclusivo club donde se define la belleza. El cuerpo negro –siempre y cuando los rasgos caucásicos en lo posible predominen en el rostro- caracteriza el cuerpo sensual promocionado a gran escala por los medios.

A excepción de la utilización de la vestimenta indígena como muestra del folclor del Ecuador, los concursos de belleza oficiales excluyen la presencia no solo de la mujer indígena, sino que también invisibilizan la existencia y las manifestaciones de los pueblos originarios.

A nivel local, y a pesar de que Otavalo se promocione como la “Capital Intercultural del Ecuador”, la institucionalidad sigue promoviendo la elección de la reina del Yamor, evento que no incorpora al sector indígena. Es posible que el deseo de algunos sectores organizados indígenas de participar con una candidata indígena en este certamen se presente como una estrategia que busca incidir en el imaginario local  y modificar un patrón de poder donde la belleza es predominantemente mestiza.

Por otro lado, ¿cómo interpretar entonces los certámenes de belleza promovidos por el sector indígena? Si bien se presentan como mecanismos para reforzar la identidad desde la valoración de lo autóctono, ¿no se trata, de la misma utilización de la imagen de la mujer? Además,  ¿si no se trata de competencias basadas en los atributos físicos[1], que buscan estos nuevos torneos?

 

Las dirigencias indígenas locales y otras organizaciones indigenas legitiman los reinados de belleza, reivindicando a través de la “Koya Warmi”, “Sisay Pacha Ñusta”, “Pawkar Ñusta”[2] las modalidades que tradicionalmente caracterizan este tipo de competencias. A pesar de que los criterios de elección buscan diferenciarse de los certámenes de belleza occidentales (donde priman los criterios sobre los atributos físicos), los reinados indígenas se preocupan por recrear un ideal de mujer atemporal, desligado de los cambios culturales que como pueblos hemos experimentado. Así, se privilegia la representación y manejo de ciertas actividades tradicionales que para la mayoría de participantes resultan bastante anacrónicas: Hilar la lana, moler en la piedra, acarrear el agua en el pondo, etc. Este alejamiento de la realidad es todavía más evidente  en los sectores urbanos, donde las mujeres indígenas empiezan a transgredir las fronteras culturales y a resignificar los roles que les son tradicionalmente asignados en la comunidad. Los reinados indígenas buscan entonces construir un ideal situado fuera del tiempo, como una forma romántica de idealizar un pasado mítico al habría que regresar. Habría que reflexionar sobre la conveniencia de esta propuesta, a mi juicio bastante esencialista…

En conclusión, tanto los certámenes de belleza oficiales como aquellos impulsados en el sector indígena, utilizan a la mujer para afianzar un modelo de poder o para proponer un retorno a ciertos valores tradicionales  inamovibles. Por un lado, el predominio de un paradigma de belleza vehiculizado por los certámenes de belleza permite invisibilizar  a otros pueblos y afirmar la superioridad de una cultura sobre las otras. Paralelamente, los torneos de belleza indígenas fijan en el tiempo los roles y las funciones que deben ser asumidos por las mujeres. En los dos casos somos las reinitas del show.

 

*Articulo publicado primero febrero 2009 en la revista kichwa SOMOS.



[1] Este criterio es bastante cuestionable en pues, como todo concurso, la elección responde al juicio de un jurado calificador que es…muchas veces blanco- mestizo y masculino. Por otro lado, es un hecho de que los ideales de belleza indígenas están fuertemente influenciados por los valores estéticos predominantes Así, la piel clara –más para las mujeres-, constituye un atributo de belleza.

[2] La primera se elije en el contexto de la celebración del Koya Raymi, fiesta organizada por Federación Indígena Campesina de Imbabura – FICI, en el mes de septiembre; la segunda se elije durante la celebración del Sisay Pacha Raymi, fiesta promovida por una familia indígena urbana y auspiciada por el municipio de Otavalo en el mes de marzo; la tercera es electa durante la festividad deportiva del Pawkar Raymi, celebrada principalmente en Peguche en febrero.

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Particularmente, no comparto con las elecciones de reinas, si se observa en estos eventos, la discriminacion, la critica, a ratos de las mismas mujeres, se fijan en las cualidades fisicas, y su accionar esta como soslayado a las Autoridades presentes, la importancia radica en esos momentos luego pasan a un segundo Plano, el resto del tiempo, pero tambien alli se identifa su manera de pensar, su liderazgo, algunas de ellas de alli han despuntado ya con otros perfiles, en todo caso, SOMOS MUJERES, la orientacion, la educacion, de genero y respeto con el cumplimimiento de derechos, ampliar sus horizontes tambien depende de cada una de nosotras, a NO SER DISCRIMINATORIAS, y esa eduacion viene desde nuestros hogares, a sea hombres o mujeres tenemos las mismas capacidades en todos los campos, pienso que en el Ecuador existe mayor presencia de las mujeres en la toma de decisiones y aplicacion de politicas publicas, con mayor presencia en todos los ambitos para lograr el desarrollo de nuestra Patria…

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